jueves, 30 de septiembre de 2010

Ricardo Arjona: Carta a un padre

Don Ricardo: Recién graduado de maestro, allá por los años 40, tomaste el tren de las coincidencias persiguiendo en mapas las coordenadas que te llevarían a la plaza de maestro que te otorgó el Ministerio de Educación, al otro lado del mundo, en San Agustín Acasaguastlán. Además, para tu suerte, te toparías con Mimi, la maestra más guapa del lugar.
Ahí serías, por primera vez, el Profe a tus apenas 19 años; pero, además, el rey de la serenata y la bohemia; el principe del billar y el enamorado de la vida y las mujeres hasta que doña Mimi te marcó las reglas del juego. Yo ya te admiraba y me faltan años para nacer. A veces llegué a pensar que en el banco de niños soborné a algún ángel de poca vocación para que me brindara el milagro de poder ser hijo de alguien tan extraordinario como vos. De lo contrario, cómo explicar tantísima suerte.
Te enamoraste de Mimi y nacieron mis hermanos, y cuando parecía que la cosa se quedaba así, el ángel corrupto se aprovechó de una noche de descuido y tuviste un accidente al que después llamarías justamente como vos, yo.
¿Te acordás cuando vacié la alcancía de mi hermana para dedicarme a las apuestas del billar? Con apenas 13 años, yo ya me codeaba con los adultos en el sitio aquel y cuando me descubrieron te esperé en la sala para recibir el castigo que me merecía.
Entraste despacio, me viste y me dijiste con voz calmada: “Ponete zapatos, que vamos a salir”; me llevaste a un barrio lejano en un autobús público, entramos a unos billares de los que no me acuerdo el nombre; pediste que te alistaran una mesa y me preguntaste: “¿Qué te gusta jugar?”.
Bola negra, te dije. Jugamos siete partidos y los siete me los ganaste sin dificultad.
Cuando metiste la bola negra en el último juego me dijiste: “Mira si has perdido tu tiempo, le robaste a tu propia hermana, descuidaste tus estudios… y ni siquiera juegas bien”.
Pusiste el taco en la pared y te fuiste. Tuvieron que limpiar con un trapo las lágrimas que boté aquella tarde y no hubo trapo que limpiara en mi interior la lección que me dejaste. Cuando me tocó crecer físicamente lo hice mucho más que vos. Yo llegué al metro noventa y cuatro; vos te quedaste en tu metro sesenta y nueve. Que con los años fue disminuyendo. A pesar de la diferencia, siempre te vi para arriba, porque para mí no había nadie en el mundo más grande que vos.
Te sorprendí viejo en aquel juego de futbol, hace apenas unos años, cuando detuviste la chamusca y me llamaste la atención enfrente de todos y me dijiste: “Sé que en este deporte los pases en profundidad se ponen metros adelante del jugador y en diagonal… pero yo tengo 70 años, cabrón, a mí ponémela en las patas”.
Hace apenas cuatro años, a tus 71, andabas de mochilero recorriendo Europa, haciendo safaris en las tieras más escondidas de África o viajando cada fin de semana con mi madre a cualquier lugar. Igual un palacio, igual un puesto de comida sacudiendo moscas en la carretera. Jamás te quejabas y te sorprendías por todo.
¿Habrá manera más feliz de vivir? Te extrañé mucho cuando me fui a México, pero siempre supiste que este oficio fue todo culpa tuya, que vos me pusiste la primera guitarra en las manos y me enseñaste los primeros acordes con aquellas cuerdas de metal que ampollaban mis dedos de niño de 7 años.
Hoy, mi biografía es un rosario exhibicionista de logros, tengo lo que no llegué a soñar nunca y, a pesar de todo eso, cada vez que despierto en las mañanas pido al cielo que me permita ser por lo menos solo un poquito como vos.
Alguien decide las llegadas y las partidas en esta obra de teatro que se nos otorga solo por un ratito.
“Desde el parto ya compartimos la epidemia… de este síndrome de la caducidad”.
Sentado en tu lecho de enfermo, tomo tu mano y apenas siento vestigios de la fuerza que ostentaste siempre. No estoy seguro si entendés lo que te digo, pero tus ojos me dicen claramente que sabés a ciencia cierta que tenés contigo mi amor indescriptible, mi admiración y mi profundo respeto.
A tu lado inamovible, ese roble de vitalidad y solidaridad que escogiste como tu compañera de toda la vida, la Mimi, mientras la Ingue y la Vero multiplicándose para que no te haga falta una gota de vida a donde quiera que se consiga.
Hace 75 años, el mundo fue mejor lugar desde que lo poblaste; hoy, seguro vas como a convertir en un mejor lugar a donde quiera que vayas.
El otro día que a mí me toque, espero encontrarme al mismo ángel sin vocación, para sobornarlo de nuevo a cualquier precio y me dé la posibilidad de volverme a encontrar contigo, donde quiera que sea.
Te amaré siempre.

Tu hijo, Ricardo Arjona.

Les dejo este video de youtube con la canción "Vida" dedicada por Ricardo a su ejemplar padre Don Ricardo Arjona Moscoso incluida en Poquita Ropa su más reciente producción donde escribe "Dedicado a mi viejo, Don Ricardo.
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jueves, 9 de septiembre de 2010

Hombre ¡Por favor! No lo hagas


Esta tarde sentada frente a la pc así sin nada que hacer, como mucho de los días de estas vacaciones, me vino a la mente todas aquellas cosas que me desagradan y agradan de los hombres, podría hacer una lista sin fin de todas esas cosas que nos molestan a nosotras y de las maravillosas que muy poco o ya no hacen ellos.
Traté de opinar de la forma más general posible, porque pueden haber cosas que me desgraden a mi, pero que le gusten a otra. En fin, somos tan complicadas que ni nosotras mismas, a veces, nos llegamos a entender.
Las cosas expuestas en esta entrada no tienen ningún orden específico, de cual detesto más o cual detesto menos, de igual forma las que me agradan. Entonces lo haré de forma aleatoria. Aquí vamos.
  • Trajes de Baño… De solo imaginarlo me da de todo, ¿Cómo se te ocurre lucir un traje de baño tipo speedo, o tanga? eso te hace lucir menos hombre, o menos serio. Hace una semana estuve en la playa, y no me explico aún lo que vi, hombres de 40, 50, y hasta 70 usando trajes de baño WTF? Si no me agradan los de 20 en adelante con tanga, imaginense un señor de estos. #Fail total. Opta por usar bermudas, te haran lucir más masculino y mucho más agradable a la vista de nosotras.
  • ¿Cómo se supone que ella te acaricie el cabello, si te echas medio pote de gelatina?
  • Totalmente desagradable un hombres con uñas largas y sucias, ni hablar. Córtatelas no seas antihigienico.
  • El olor, es muy importante, es la tarjeta de presentación de la persona. Nada más encantador que un hombre se acerque a ti y huela rico. Que tú olor se quede impregnado en ella, eso no tiene precio.
  • No hagan ruido a la hora de comer, ni hables con la boca llena, nada más matapasiones que eso.
  • No orines fuera del baño, es desagradable. Por cierto, lávate las manos, lo notamos cuando no lo hacen, aunque no lo crean.
  • Presta atención muy bien a sus gestos, de esta forma puedes darte cuenta que tan bien o mal estas haciendo las cosas.
  • Demuestren interés, NO nos gusta ser nosotras las que siempre estamos pendiente de ustedes. Aquí aplica lo de : “El que no te escriba no quiere decir que no me importes, solo quiero saber cuanto te importo”
  • Nada mejor que un hombre demuestre seguridad de si mismo, sin llegar a ser arrogante.
  • También nos gustan los hombres que tienen visión de futuro, por supuesto, no falta la que diga “Y el dinero con que construirlo” a mi manera de pensar no es importante que tenga el dinero, pero si la disposición para trabajar y para construir lo que aspira.
  • Si ella cocina, al menos ayuda tú a lavar los platos.
  • No seas tacaño, por nada, pero por nada del mundo, si la invitas a salir paga tú, al menos en las primeras ocasiones, luego los gastos pueden ser compartidos.
  • ¿Estando con ella te estás buceando a otra? por favor, respeta o disimula al menos.
  • Nada peor que te hundas cuando ella te cuenta algún problema, te aseguro que al menos espera que la abrazes.
  • Nada MEJOR que un hombre detallista, y no me refiero a esos detalles que se compran con dinero, una llamada, una palabra, un abrazo cuando menos se espera, son cosas que nos derriten.
  • Por nada del mundo critiques a otras mujeres, es de mal gusto y feo que hables mal de otras.
  • Los músculos de fisicoculturista o de adicto al gimnasio, en mi caso muy particular, no me gustan.
  • Algunos cuentan lo bueno que son en la cama… lo irresistible.. Que grande lo tienen bla bla bla…..
¡NO LO HAGAS!